Nadie os quitará vuestra alegría
✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. La mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero, en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al mundo le ha nacido un hombre. También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada». Palabra del Señor.
En el Evangelio de hoy, Jesús ve nuestro dolor, conoce nuestro sufrimiento, sabe su inevitabilidad. Hay momentos y acontecimientos en la vida que nos hacen sentir mal, que nos provocan un dolor que nos inmoviliza mientras el mundo exterior a nosotros sigue su curso normal, con sus ritmos normales.
No sólo dolor físico, sino también espiritual y emocional: no sentirnos acogidos o comprendidos por un amigo, no sentirnos lo suficiente por algo o alguien, enfado por una situación no resuelta, desilusión en una relación, insatisfacción… Dolor que tenemos la impresión de que nos dejan una huella imborrable.
Pero Jesús llega y nos da un mensaje de esperanza que es capaz de hacer más ligero incluso el dolor del presente: nuestro dolor pasará, no es para siempre. Y no sólo no habrá más dolor, sino que habrá alegría, alegría plena. Cuando somos consolados, cuando nos dejamos ver y amar por él, la alegría nos golpeará de tal manera que nos hará olvidar el dolor experimentado. Seremos libres de las cicatrices de los dolores pasados, de las heridas y de los resentimientos: seremos limpios, seremos nuevos.