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22 Nov
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DE HOY

El tiempo se agota, y Jesús se acerca a Jerusalén y los discípulos piensan que pronto el Señor manifestará su gloria y su poder. Sus corazones arden en deseos de participar en su victoria sobre Roma, sobre las facciones enfrentadas, sobre los que durante tanto tiempo han tratado de dificultarles el camino. Jesús cuenta esta parábola para ponerles en el buen camino, para ayudarles a mirar más allá. 

La coronación del rey es la Pascua del Señor, la apertura del jardín, una vida fructífera ofrecida a todos, y cada uno tiene las mismas posibilidades de entrar en ella, ¡cada uno tiene su moneda de oro! Como también nos sucede a nosotros, hay momentos y ámbitos de la vida en los que podemos arriesgar, poner en juego lo que somos y poseemos, son lugares de diferente fecundidad. Estas partes de nuestra vida vivirán y darán vida acogiendo a muchos en las "ciudades" recibidas como dones, en el abanico de relaciones que este modo de gastarnos habrá generado en Cristo. 

Pero hay partes de nuestro corazón envueltas en pañuelos asfixiantes, tesoros enterrados por miedo al riesgo, al fracaso, a fallar. Esas partes nos condenan a muerte a nosotros mismos y a quienes se beneficiarían de esa vitalidad. 

Fray Enrique OFM

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