Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tenéis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no mandes tocar la trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles para ser honrados por la gente; en verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en secreto y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vean los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo recompensará. Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para hacer ver a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará». Palabra del Señor.
Miércoles de ceniza
El Miércoles de Ceniza marca el inicio de la Cuaresma, un período significativo en el calendario litúrgico cristiano. Este día nos sumerge en una profunda reflexión, invitándonos a examinar nuestras vidas, arrepentirnos de nuestros errores y renovar nuestro compromiso con la fe.
La imposición de las cenizas, con el símbolo de la cruz en nuestras frentes, nos recuerda la fugacidad de la vida y la necesidad de humildad ante los ojos de Dios. Es un acto simbólico que nos conecta con la tradición bíblica, donde vestirnos de ceniza era una expresión de arrepentimiento y humillación ante Dios.
Este día especial nos insta a contemplar el camino de Jesús hacia la cruz, recordándonos que el sacrificio y la entrega son fundamentales en nuestra propia jornada espiritual. La Cuaresma nos brinda la oportunidad de purificar nuestras intenciones, deshacernos de las distracciones mundanas y enfocarnos en el crecimiento espiritual.
A medida que recibimos las cenizas, consideramos la llamada a la conversión y al servicio. Este tiempo nos invita a despojarnos de lo superfluo, a buscar la sinceridad en nuestra relación con Dios y a comprometernos a vivir de acuerdo con los valores del Evangelio.
Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
En el evangelio de hoy, Jesús nos ofrece sabias enseñanzas sobre la autenticidad en la práctica de nuestra fe, especialmente durante la Cuaresma. Nos advierte contra la tentación de la hipocresía, instándonos a actuar no para ganar elogios humanos, sino para agradar a nuestro Padre celestial.
La Limosna en Secreto: Jesús nos llama a practicar la caridad en silencio, sin buscar reconocimiento público. La generosidad auténtica no busca aplausos, sino la aprobación divina. Al hacerlo en secreto, establecemos una conexión más profunda con Dios y permitimos que nuestras acciones reflejen la verdadera compasión que nace del corazón.
La Oración Íntima: La oración es un diálogo personal con Dios. Jesús nos alienta a evitar la ostentación al orar. No se trata de ser visto por otros, sino de sumergirnos en un encuentro genuino con nuestro Creador. En el silencio de un cuarto interior, nuestra comunicación con Dios adquiere una sinceridad que va más allá de las palabras.
El Ayuno Auténtico: La Cuaresma nos invita al ayuno, no solo de alimentos, sino también de actitudes y comportamientos que nos alejan de Dios. Jesús nos insta a mantener un ayuno que transforme nuestro interior. No se trata de mostrar tristeza, sino de renovar nuestro compromiso con la humildad y la dependencia de Dios.
El Reconocimiento de Dios: En este tiempo cuaresmal, recordemos que nuestras acciones y sacrificios, cuando se hacen con amor y autenticidad, son vistas por el Padre en lo secreto. No busquemos recompensas terrenales, sino la aprobación divina que nutre nuestro espíritu y nos acerca más a la santidad.
Que esta reflexión nos inspire a vivir una Cuaresma auténtica, centrada en la relación con Dios y en el servicio desinteresado a los demás. Que nuestras prácticas cuaresmales reflejen la verdadera intención de un corazón convertido y en comunión con el amor de Dios.