Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
✠ Lectura del santo Evangelio según San Marcos.
En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo, que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.
El, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y mirando al cielo, suspiró y le dijo: Effetá (esto es, «ábrete» ). Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. El les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos». Palabra del Señor.
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
Queridos hermanos y hermanas del Grupo Católico En La Presencia De Dios, En este día dedicado a la reflexión del Evangelio, nos reunimos en la presencia de Dios como comunidad de fe. Contemplamos el asombroso poder sanador de nuestro Señor Jesucristo, quien con su toque divino hace oír a los sordos y hablar a los mudos.
En este pasaje del Evangelio, presenciamos el extraordinario poder sanador de Jesús al devolver el oído y la palabra a un hombre sordo y mudo. Nos encontramos ante el Salvador que trasciende las limitaciones humanas, revelando su divinidad a través de milagros asombrosos.
El gesto de Jesús, al apartar al hombre de la multitud, simboliza la intimidad y la atención personal que el Señor dedica a cada uno de nosotros. Al introducir sus dedos en los oídos y tocar la lengua con su saliva, Jesús utiliza elementos físicos para transmitir una sanación profunda, recordándonos que la gracia divina se manifiesta a través de medios ordinarios.
Mirando al cielo, suspiró y pronunció la palabra "Effetá" que significa "ábrete". Este suspiro revela la compasión de Jesús por la condición humana y la profunda conexión con la voluntad del Padre. La palabra de Cristo trasciende la mera curación física; es una invitación a abrirnos a la gracia divina que libera nuestras limitaciones espirituales.
En la Patrística y en las enseñanzas de los santos de la Iglesia, encontramos el énfasis en el simbolismo espiritual de este milagro. San Agustín, por ejemplo, interpreta el "ábrete" como un llamado a abrir nuestros corazones a la Palabra de Dios. Este milagro nos desafía a escuchar con oídos abiertos la enseñanza de Cristo y a expresar la verdad con libertad, superando cualquier barrera que nos impida comunicarnos con Dios y con nuestros semejantes.
Los santos, a lo largo de la historia, han imitado la compasión de Jesús al atender las necesidades físicas y espirituales de los demás. Santa Teresa de Calcuta, por ejemplo, dedicó su vida a "abrir" el amor y la compasión a los más desfavorecidos.
En nuestra vida diaria, este Evangelio nos invita a reflexionar sobre qué áreas de nuestra existencia necesitan abrirse a la gracia de Dios. ¿Estamos dispuestos a escuchar su palabra y a comunicarla con valentía? Que este pasaje nos inspire a imitar la compasión y el servicio desinteresado de Jesús y de los santos, llevando su amor a todos los rincones de nuestras vidas. Que, al igual que la multitud asombrada, podamos proclamar: "Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos".
Agradecemos a todos ustedes que nos siguen en este camino de evangelización por medio de las redes. Sus corazones abiertos a la Palabra de Dios contribuyen a llevar la luz del Evangelio a cada rincón virtual. Que este mensaje nos inspire a seguir compartiendo la gracia y el amor de Cristo. Que la paz del Señor esté con cada uno de ustedes. Amén.