La gente comió hasta quedar saciada.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Marcos
Por aquellos días, como de nuevo se había reunido mucha gente y no tenían qué comer, Jesús llamó a sus dis- cípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer, y si los despido a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Además, algunos han venido desde lejos». Le replicaron sus discípulos: «¿Y de dónde se puede sacar pan, aquí, en despoblado, para saciar a tantos?». Él les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos contestaron: «Siete». Mandó que la gente se sentara en el suelo y tomando los siete panes, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a sus discípulos para que los sirvieran. Ellos los sirvieron a la gente. Tenían también unos cuantos peces; y Jesús pronunció sobre ellos la bendición, y mandó que los sirvieran también. La gente comió hasta quedar saciada y de los trozos que so- braron llenaron siete canastas; eran unos cuatro mil y los despidió; y enseguida montó en la barca con sus discípulos y se fue a la región de Dalmanuta. Palabra del Señor.
En el Evangelio de hoy, contemplamos la generosidad y compasión de Jesús hacia una multitud hambrienta. Al ver que la gente lleva tres días siguiéndolo sin comida, Jesús expresa su compasión y se preocupa por su bienestar físico. Esta actitud de Jesús nos enseña a no solo preocuparnos por las necesidades espirituales de las personas, sino también por sus necesidades materiales más básicas.
Jesús, que es el Hijo de Dios y encarna el Amor divino, manifiesta su amor compasivo a lo largo de su vida pública. Esta compasión alcanza su expresión más vívida en la escena que nos narra el evangelio de hoy. La multitud, en una situación de debilidad al no tener comida, despierta la compasión de Jesús: "Me da lástima de esta gente", "siento compasión por esta gente". Su amor compasivo lo impulsa a actuar, multiplicando los panes y los peces para satisfacer la necesidad física de la multitud.
Este amor compasivo es una constante en la actitud de Jesús hacia la humanidad. Más allá del hambre físico, todos experimentamos un hambre profundo de encontrar sentido a la vida. Jesús, llevado por su amor compasivo, viene en nuestra ayuda ofreciéndonos su amor, su amistad, su luz, su cuerpo entregado, su sangre derramada. Estos son los alimentos espirituales que sacian nuestra hambre de sentido, felicidad y eternidad gozosa.
En este sábado dedicado a honrar a la Virgen María, podemos reconocer en ella un ejemplo supremo de amor compasivo. María, al aceptar ser la Madre de Jesús, se convierte en la fuente a través de la cual el Amor divino se hace presente en el mundo.
Que este pasaje nos inspire a vivir con amor compasivo, atendiendo tanto a las necesidades materiales como espirituales de nuestros semejantes. Que sigamos el ejemplo de Jesús y María, siendo instrumentos del amor divino en un mundo que anhela ser saciado. En nombre del GRUPO EN LA PRESENCIA DE DIOS, extendemos nuestro saludo y agradecimiento por ser parte de esta comunidad que busca vivir el amor compasivo de Jesús. ¡Gracias por su colaboración y por ser portadores de la luz divina en nuestro camino!