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04 Apr
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DEL JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA: EL MESÍAS PADECERÁ Y RESUCITARÁ DE ENTRE LOS MUERTOS AL TERCER DÍA

Evangelio Lc 24, 35-48

Así está escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día

✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

En aquel tiempo, los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo». Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?». Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí». Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto». Palabra del Señor.

Reflexión

No te reconozco y tu presencia sonriente me impacta y asusta. Acurrucada en mi luto, siento que tu ausencia no deja lugar a nada más, ni siquiera a tu presencia.  ¿Por qué estás aquí si te fuiste?  ¿Por qué te fuiste, si ahora estás aquí?  Siento una especie de ira subir desde mi vientre: ¿por qué tuve que sufrir tu muerte, si ahora como si nada te presentas aquí y esperas que te crea, de eso no tengo dudas? 

Pero eso como si nada hubiera pasado no dice la verdad: lo que me traes son manos y pies perforados... y eres tú.  Precisamente con esas heridas, precisamente porque has pasado por la muerte estás.  Me muestras tu cuerpo para decirme que eres tú y en tu carne desgarrada veo tanto el límite de la muerte como la victoria de la vida. 

Me quedo sin aliento de alegría, todo está suspendido en este momento.  ¿Qué es la vida, qué es la presencia? Ya no puedo responder a estas preguntas.  Te veo comiendo y esto me recuerda la frágil corporalidad que elegiste para enseñarme a ser un hombre en mi mejor forma, para mostrarme que realmente soy como tú, precisamente porque elegiste ser como yo. 

Soy testigo del límite elegido para cruzarlo, de la muerte aceptada para superarlo, del fin cruzado para aniquilarlo: este fin fue un comienzo y lo voy a decir en voz alta, soy testigo de esto.

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