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02 Apr
REFLEXIÓN DEL EVANGELIO DEL MARTES DE LA OCTAVA DE PASCUA: ¡JESUCRISTO HA RESUCITADO! ¡ALELUYA!

Evangelio Jn 20, 11-18.

He visto al Señor y ha dicho esto.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella contesta: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: «Mujer, ¿por qué lloras?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice: «¡María!». Ella se vuelve y le dice. «¡Rabbuní!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice: «No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María la Magdalena fue y anunció a los discípulos: «He visto al Señor y ha dicho esto». Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy, en la figura de María Magdalena, contemplamos dos niveles de aceptación de nuestro Salvador: uno imperfecto, el primero; y otro completo, el segundo. En el primero, María se muestra como una discípula sincera de Jesús, siguiéndolo con heroísmo incluso después de su muerte. Sus exclamaciones revelan una entrega admirable a su "Señor".

Sin embargo, la buena noticia de este martes de la octava de Pascua trasciende toda bondad ética y fe religiosa en un Jesús admirable pero muerto, llevándonos al ámbito de la fe en el Resucitado. Él, en un segundo momento, la interpela con su nombre, conmoviéndola hasta el punto de estremecerla de resurrección y vida, transformándola en una creyente y apóstol que proclama: "He visto al Señor".

Hoy, muchos cristianos pueden dudar de la resurrección de Jesús o temer proclamarlo abiertamente. Que el testimonio de María Magdalena nos inspire a proclamar con audacia la buena noticia de que Cristo ha resucitado y vive en medio de nosotros, transformando nuestras vidas y ofreciendo esperanza a un mundo sediento de amor y redención. Que podamos seguir el ejemplo de María Magdalena, siendo testigos vivos del poder transformador de la resurrección en nuestra vida y en nuestro testimonio cristiano. 

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