Jesús, al igual que Elías y Eliseo, no fue enviado solo a los judíos.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.
Habiendo llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naámán, el sirio». Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino. Palabra del Señor.
¿A quién es enviado Jesús?. Sabemos que parte de la respuesta es "a todos", porque el deseo de Dios de encontrarse con sus hijos e hijas y salvarlos es universal, sin peros. Lo repetimos una y otra vez en el Padre Nuestro.
Sin embargo, hoy se nos recuerda que esta respuesta no es completa. La iniciativa que Jesús toma para salir a nuestro encuentro es una llamada y requiere nuestra disponibilidad. Hoy Jesús dice que son los extranjeros, los alejados de la tradición religiosa de su tiempo, los que se encuentran con Dios: ¡escandaloso! De hecho, los fieles se indignan, lo echan de la ciudad y quieren arrojarlo por el precipicio: no se dejan cambiar y no permiten que Jesús actúe en ellos.
Es nuestra actitud interior personal la que se pone en tela de juicio, no nuestras condiciones exteriores, nuestras condiciones morales (al menos al principio), las opciones equivocadas o acertadas ya tomadas. ¿Qué le digo hoy al Señor? ¿Hoy creo que Jesús es mi salvador o no? Hoy que todos necesitamos una salvación concreta de la epidemia, ¿cómo respondo a la llamada de Jesús? ¿Le doy la espalda o, mientras tomo las debidas y sacrosantas medidas de seguridad sanitaria, me confío a Él, como Aquel que vino a mi encuentro y se ocupó de mí? ¿Dejo que Él obre la salvación en mí?