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07 Mar
VIVIENDO EL EVANGELIO DEL DÍA: UNA REFLEXIÓN QUE TOCA EL CORAZÓN

Evangelio Lc 11, 14-23.

El que no está conmigo, está contra mí.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

En aquel tiempo, estaba Jesús echando un demonio que era mudo. Sucedió que, apenas salió el demonio, empezó a hablar el mudo. La multitud se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: «Por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios, echa los demonios». Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo va a la ruina y cae casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha dividido contra sí mismo, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú. Pero, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros, pero, cuando otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte su botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama». Palabra del Señor.

Reflexión

El Evangelio de hoy nos habla de un exorcismo realizado por Jesús y de una polémica que estalló inmediatamente después, precisamente a causa de él. Pero me gustaría que hoy nos detuviéramos en un detalle del Evangelio aparentemente secundario respecto al tono del relato en sí, pero en mi opinión más decisivo:

"Jesús expulsaba a un demonio que era mudo. Cuando salió el demonio, el mudo empezó a hablar y la gente se quedó asombrada".

Es un poco como si Jesús quisiera decirnos que a veces podemos ayudarnos a nosotros mismos, pero otras veces el mal que nos sucede es superior a nuestras capacidades. Por eso nuestra relación con Cristo es una relación con alguien que es más fuerte no sólo que nosotros, sino también que el propio mal.

Creo que muchas veces hemos tenido la misma experiencia, es decir, nos hemos sentido bloqueados, incapaces de compartir, incapaces de contarnos, incapaces de abrir nuestro corazón. Jesús cura a este hombre y es un poco como si esta historia quisiera decirnos a cada uno de nosotros que incluso cuando nos encontramos en tal condición el Señor puede liberarnos.

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