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22 Mar
VIVIENDO EL EVANGELIO DEL DÍA: UNA REFLEXIÓN QUE TOCA EL CORAZÓN

Evangelio Jn 10, 31-42.

Intentaron detenerlo, pero se les escabulló de las manos.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Juan.

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús. El les replicó: «Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?». Los judíos le contestaron: «No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios». Jesús les replicó: «¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre». Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí. Muchos acudieron a él y decían: «Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad». Y muchos creyeron en él allí. Palabra del Señor.

Reflexión

Hoy, mientras Jesús camina por el pórtico de Salomón, en el Templo de Jerusalén, su "rebaño" se reúne.  La hermosa Pastora lo alimenta con la Palabra y con una serie de reflexivas recomendaciones, para evitar confusiones.   

Qué familiar me resulta esta forma de tratar al Señor, estoy, y tal vez estemos, siempre dispuestos a ponerlo detrás del banquillo para que responda, como deseamos, a lo que no sabemos vivir y no podemos explicar. nosotros mismos.  Por eso hoy el Señor también me hace esa pregunta espinosa: “¿Por qué quieres apedrearme?”, ¿por qué sigues pensando que soy la causa de tu fragilidad y de tus  dolencias?

Ante el impasse, Jesús da una sugerencia muy preciosa: "acoge mi Palabra con tu vida, haz lo que te sugiero. Si tu vida no brota estás autorizado a no creerme." 

Nuestra fe no se basa en la fuerza de voluntad, creemos porque vemos y experimentamos que vivir según el Evangelio hace fructífera nuestra vida diaria y nuestras relaciones.  Confiamos porque hemos visto el mar abrirse ante nuestros ojos incrédulos, hemos sido saciados y alimentados en relaciones, tiempos y lugares áridos e inhóspitos.  Recuerda los regalos del pasado y sorpréndete en el presente.  

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