tiempo estimado de lectura : 2
09 Mar
VIVIENDO EL EVANGELIO DEL DÍA: UNA REFLEXIÓN QUE TOCA EL CORAZÓN

Evangelio Lc 18, 9-14.

El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo no.

✠ Lectura del santo Evangelio según san Lucas.

En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola a algunos que confiaban en sí mismos por considerarse justos y despreciaban a los demás:    «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “Oh, Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni tampoco como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo”. El publicano, en cambio, quedándose atrás, no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh, Dios!, ten compasión de este pecador”. Os digo que este bajó a su casa justificado, y aquel no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido». Palabra del Señor.

Reflexión

Dios tiene un plan de santificación para cada uno de nosotros. Creados a su imagen y semejanza y hechos hijos de Dios en su Hijo Jesús, por la gracia del Espíritu Santo todos estamos llamados a volver a la verdad de nuestra esencia, a la sinceridad de nuestro ser. "Quien se enaltece será humillado" significa, pues, que será llamado a volver al humus, a la tierra de la que fue engendrado, que es el espacio de la sencillez, el ejercicio de la pobreza.

Al humillarnos, podemos alabar verdaderamente a Dios. Sólo vaciándonos de nuestro orgullo, de nuestra vanidad y de los sentimientos de arrogancia que nos hacen pensar que somos mejores que los demás, podremos realmente dar espacio a la presencia del Señor en nuestras vidas. Por eso, "el que se humilla será exaltado" y, habiendo asumido la verdad de su situación interior, como simple y pobre criatura en las manos del Señor, encontrará el encuentro salvador con Dios.

La fe en Cristo, por el contrario, nos sacude de nuestras comodidades y nos obliga a mirar el caos interior. Esto es lo que hace el publicano: su existencia, marcada por heridas y errores, se reconcilia con sus propias limitaciones. Reconociéndose pobre, acoge la misericordia de Dios en su vida y se pone en relación sincera e íntima con Él.

En conclusión, la humildad y la sinceridad ante Dios nos conducen a un encuentro más profundo con su misericordia. Reconocer nuestras limitaciones y vaciarnos del orgullo nos permite abrir espacio para la gracia divina en nuestras vidas. Al adoptar la actitud del publicano, podemos experimentar una reconciliación genuina con Dios y vivir en comunión con su amor salvador.

Invito a nuestra comunidad de En la Presencia De Dios a reflexionar sobre este mensaje y a practicar la humildad en nuestras vidas diarias. Que nos esforcemos por vaciarnos del ego y reconocer nuestra dependencia de Dios. Al adoptar este enfoque, podemos construir relaciones más auténticas, alimentar nuestra fe y experimentar la exaltación que proviene de una vida alineada con la verdad de Cristo. Que la humildad sea el camino que nos acerque a la presencia amorosa del Señor y nos conduzca a una vida de santidad.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.
ESTE SITIO FUE CONSTRUIDO USANDO